También conocido como: Retablo del Calvario y Pasión de Cristo.- Este retablo se localiza frente al retablo de San José, es el de la advocación
de Nstra. Señora de los Dolores, cuya espléndida
representación escultórica ocupa el nicho
central y está dedicado al mismo tiempo a la
Pasión de Cristo. El culto a la Dololosa se refiere a la meditación
y consideraciones que los fieles deben hacer sobre los
siete más acerbos que sufrió la madre
del Redentor durante su vida, pasión, y muerte
de su divino hijo, y que son los siguientes: las profecías
de Simeón sobre la Pasión; la Huída
a Egipto, el Niño Perdido; la Calle de la Amargura; la Crucifixión; el Descendimiento y la Sepultura de Jesús.
Este culto sumamente antiguo fue difundido por los siete
santos fundadores de la Orden de los siervos de María
o Servitas, que desde Italia lo extendieron rapidamente.
En sus festividades correspondientes se titula a la
Virgen como la Reina de los Mártires, cosa que
exalta y engrandece de manera especial el tema del martirio
que alienta en estos retablos. En el remate los lugares
dedicados a las imágenes están ocupados
por la representación culminante del martirio
o sea el Calvario.

Cristo con Dimas -el buen ladrón- y Gestas -el
mal ladrón- aparecen en sus respectivas cruces,
como pináculo material y espiritual de este altar pasionario.

Las imágenes que abajo acompañan
a la Dolorosa a los lados de su nicho son las tres Marías,
y San Juan Evangelista,
quienes estuvieron presentes en los terribles momentos
de la crucifixión. Éste se ve al lado
derecho del fanal, con una copa en la mano que recuerda
el veneno que según la Leyenda Áurea hubo
de beberse para demostrar la veracidad de su predicación.
San Juan, el apóstol predilecto de Cristo, el
más joven de sus discípulos, lo acompañó
al Calvario y con el tiempo se convirtió en uno
de los cuatro evangelistas. Murió anciano en
Efeso, hacia el año 100. a su izquierda aparece Santa María Salomé,
su madre y madre de Santiago, originaria de Galilea,
esposa del pescador llamado Zebedeo.
Fue esta una de las tantas mujeres que acompañaron
siempre al Salvador y a sus discípulos, proporcionándoles
ayuda y sustento. Siguió al Salvador de Galilea
a Jerusalén y se dice en los evangelios que fue
uno de las primeras personas en acercarse al sepulcro
vacío de Cristo, el día de la Resurección.
Del otro lado del nicho y próxima a él
se ve a Santa María
Magdalena, hermana de Lázaro y de Marta de
Betania, amigos de Jesús, muy conocida por su
vida pecaminosa y su espectacular arrepentimiento. Fue
ella la que ungió con sus cabellos los pies de
Cristo en la casa de Sirnón el leproso -por eso
la vemos aquí con una copa de aceites- y dedicó
el resto de sus días a la penitencia.
A la derecha de Santa María Magdalena se encuentra Santa María Cleofas
o Cleofé, parienta de la Virgen María,
casada con un hermano de San José llamado Alfeo.
De sus cuatro hijos, tres fueron apóstoles, y
la tradición dice que estuvo presente en el Calvario
junto con María, María Salomé y
San Juan, y que asistió el cadáver de
Cristo. Con María Salomé y María
Magdalena fue a embalsamarlo, y el señor se les
apareció más tarde diciéndoles
que fueran a dar la noticia de su Resurrección
a sus discípulos, por lo que se cree que ellas
fueron las primeras personas en enterarse de ese acontecimiento
milagroso.

Encima del fanal resplandece el relieve del Sacratísimo
Corazón de María, coronado con flores,
con un puñal clavado y una vara como de lirio
florecida, rodeado de llamas. A los pies del fanal,
los ángeles llevan palmas de martirio y otros,
más abajo, un guante y un martillo, que son insignias
pasionarias.

Más abajo hay tres medallones circulares
con relieves, sobre la mesa del altar, El del lado izquierdo
representa la figura de un doncel que lleva un látigo
entre sus manos; en el del lado derecho se ve otro adolescente
con unos azotes y en el medallón central una
doncella con sus brazos cruzados sobre el pecho. En
la puertecita del Sagrario encontramos nuevamente la
dulce imagen del Agnus Dei, como en el
retablo anterior.
La mesa del altar, que es también la original,
continúa el tema de la Pasión en sus relieves
ornamentales, luciendo varias de las insignias pasionarias
en los dos medallones de los extremos y un catafalco
con la luna, el sol y una cruz, en el del centro.
Como es obvio este altar explica y justifica su existencia
por si sólo. Compuesto con personajes correspondientes
al momento de la Pasión y muerte de Jesucristo
forma, conjuntamente con el anterior, una breve síntesis
representativa de la vida y muerte del Salvador. Se
concretan así, en cierto modo, sus orígenes
humanos y los más significativos momentos del
sin igual sacrificio de su muerte, aspectos indispensables
para el culto y para conmover el alma de los pecadores.
La mejor escultura es sin duda la bella imagen de Nuestra
Señora de los Dolores, uno de los pocos casos
en los que la expresión del rostro se humaniza
y se intenta representar en sus rasgos el dolor que
corresponde al tema. Los desnudos de calvario son mediocres,
medio rígidos y mal proporcionados, como en la
mayoría de los desnudos de la escultura colonial.
Las figuras de San Juan y las Marías, por los
mantos que llevan y sus largas túnicas tienen
más movimientos, aunque sus rostros siguen siendo
inexpresivos. Es de notarse el hecho de que las mujeres
aquí representadas y que fueron casadas según
lo dice la historia sagrada, aparecen con las cabezas
descubiertas a diferencia de las del retablo anterior.
Más parecen doncellas con sus largos cabellos
sueltos cayéndoles por las espaldas.
Links Relativos:
(Continúa
con el Retablo de nuestra Señora del Rosario...)